Ella es fotógrafa, argentina, y decidió combinar la solidaridad y el arte en una cruzada de imágenes y sociedad. Creó un programa en el que invitó a diferentes artistas a donar sus obras para una subasta y, con ese dinero, ayudar a niños de Tanzania. Ahora va por Argentina, su tierra, y entiende que hoy no puede separar su pasión fotográfica de un aporte a la sociedad. Artistas Sin Fronteras recién comienza pero lo hizo en grande. Conocé la iniciativa de Flor Franchini en cinco preguntas.
Todo comenzó con una subasta vía Instagram. ¿Cómo surgió la idea de realizarla en esa red?
Quise elaborar algo de manera sencilla y práctica. Armé todo a través de mi cuenta personal de Instagram. No tenía tiempo como para generar un nombre nuevo y empezar a darle prensa como página. Además, es bastante difícil lograr confianza real del público cuando no conocen de dónde el proyecto cuando no vieron nada previamente. Pensé que la mejor manera iba a ser apostando a quienes ya me conocían y su apoyo y difusión. Los que donaban eran los artistas, y los que compraban se llevaban una obra sabiendo que su dinero se destinaba a una acción solidaria.
¿Por qué elegiste colaborar en Tanzania?
Para ayudar, no importa ni dónde ni cuándo. Creo que las fronteras dividen y este es un mundo de una sola tierra. Lo que pasa allá nos afecta acá y viceversa. Podría decir que la elección del lugar fue un poco azarosa. Creo que nos sobran excusas –políticas, futboleras o las que se te ocurran- para dividir la sociedad, pero pareciera que no encontráramos argumentos para unir. Este proyecto apunta a unir. Elegí esta ONG por un amigo irlandés que hizo esta experiencia hace 10 años. Sabía que siendo mujer no iba a ser fácil viajar sola a un país así, y me pareció inteligente ir a un lugar recomendado por alguien de confianza.
¿Qué repercusiones tuvo la acción?
Fueron más de las que imaginé. Creo que las cosas buenas se contagian. Me mandaron mil mensajes. De alguna manera puedo ver que no hay fronteras cuando tenés un objetivo claro. Este era ayudar y sólo tenía que dar el primer paso. Con un poco de tiempo dedicado a la acción, los resultados pueden ser inmensos. Me impresioné al ver cuánto se puede solucionar o colaborar simplemente con buena voluntad.
¿Cómo se combina tu pasión fotográfica con estas acciones solidarias?
Con una armonía espectacular. No hay nada más lindo que convertir tu pasión en tu forma de vivir y, además, usarlo como una herramienta con fines sociales. Documentar realidades diversas no tiene precio. Es una experiencia, un momento que queda plasmado para siempre. Incluso, hay veces en las que veo una foto excelente y no saco la cámara. Simplemente disfruto estando presente en cuerpo y alma. Mi meta es que las fotografías que tome de cada lugar, se sigan vendiendo para que un porcentaje esté siempre dedicado a una fundación del país en el que esté trabajando. Ayudar es una forma de vida, una vez que lo haces no podes parar.
¿Cómo continúa la acción?
Puede seguir de muchas maneras. Lo que hice hasta ahora puede ser sólo la semilla para trabajar y colaborar en mi país. Quiero viajar por el interior y replicar algunas de las experiencias que viví en África. Volví con ganas de estudiar la realidad argentina, de buscar ayuda e iniciar un movimiento que contagie. El país nos necesita alertas y unidos.
Los artistas del proyecto: Maru Guerrico, Violeta Durand, Cynthia Cohen, Pablo Bernasconi, Loitt (Alejo Loitegui), Mumi Galleotti, Elisa Insua, Álvaro Vaquero, Alberto Goldstein y Bárbara Arcuschin.