El escenario de Paz Brarda es como un sinfín de recortes retro que narran el behind the scenes de algunos mandatos de la historia. Minuciosa y detallista, su obra es pequeña y se sostiene en tapas de libros y papeles. Eso sí, nada de cuentos de hada. Muchos niños y pocas flores. Paz recorta, desarma y resetea las narraciones más estructuradas, para reinterpretarlas en un collage. Vos no lo sabías, pero ahora vas a necesitar conocerla. Descubrí su mágico mundo en 5 preguntas.
Tus obras demuestran un interés por lo retro, el sepia y un clima de los libros “de la abuela”. ¿Cómo nace esta estética?
Creo que tiene que ver con la búsqueda de una resignificación de ese tipo material. Esos libros que remiten a algún libro de nuestras abuelas, muchas veces tienen un relato más interesante detrás de su primera lectura. Y a veces son mensajes terribles. Algunos de los cuentos infantiles de esa época ¡eran tremendos! Creo que la infancia tiene aspectos bastante oscuros que no salen tan fácil a la luz. Trabajo mucho sobre este aspecto porque no creo en los “cuentos rosas”, me parecen muy hipócritas. En este sentido, las imágenes actuales o modernas no me sirven demasiado porque no traen consigo el relato que busco de la infancia más oscura.
Además de ser una combinación de recortes de imágenes, ¿cómo explicarías la esencia del collage?
Algo que trabajo mucho en mis talleres es pensar menos en la planificación de la obra. Lo que estás proyectando, quizá no suceda. El material de trabajo es finito, eso define a la obra ¡y está buenísimo! Esa es una de las grandes cualidades que representan la esencia del collage. Pensándola históricamente, es una técnica que se remonta a las escuelas Dadaísta y Surrealista y se apoya mucho en el psicoanálisis y los sueños. Por lo aleatorio, lo espontáneo, la manera en que se genera y el juego. El collage no se puede planificar. No podés despertarte diciendo: “hoy voy a hacer un elefante con un blablablá”, porque después no encontraste la imagen del elefante, o no está en el color que te lo imaginaste ni en el color que pensabas. Pero en ese proceso mágico aparecen otras cosas y creo que esa búsqueda también es parte de la obra.
¿Cuánto tiempo le dedicas a investigar el material que vas a usar?
Un montón. Pero me encanta, disfruto mucho de esa exploración. Además, cuando la gente va conociendo tu trabajo, aparecen regalos y cosas que te traen porque piensan que te puede servir. Hay de todo. Por ejemplo este libro me lo regalaron (nos muestra una edición de 1930 del libro infantil “Horas Felices”). Cuando puedo voy orientando mi paleta. Por ejemplo, si quiero trabajar en blanco y negro, busco imágenes en diccionarios. Si quiero hacer algo más del estilo de grabados, me enfoco en las ilustraciones francesas. Con el tiempo empezás a visualizar con más agudeza dónde encontrar lo que estás buscando. Igual, siempre aparecen sorpresas que pueden desviar tu objetivo.
También tenés obras con latitas, cajitas…
Creo que pasaron dos cosas al mismo tiempo. Esas obras fueron producidas a lo largo de mi embarazo. Por eso, para mí tiene algo que ver con el efecto 3D, hay algo de lo volumétrico que apareció en ese momento. Y después, también sucede que en la búsqueda de libros van apareciendo objetos que vas guardando y acumulando.
¿Qué hacés cuando te encontrás con un libro que fascina y te cuesta recortar?
Le fui perdiendo bastante el respeto a los libros y publicaciones. A veces me parece más complicado el momento en que encontrás una imagen que te encanta y del otro lado hay otra que también te gusta. Ahí hay que tomar una decisión, y si te equivocaste… ya está hecho. Hubo un solo libro que me costó, era un diccionario de mi familia y, como en todos los hogares, existía cierto mandato familiar. Pero después lo terminé cortando (se ríe).
#5Must: Joseph Cornell, Remedios Varo, Ana Noya -conocer a Ana es obligación moral, luego te perdés para siempre en su obra-, Carolina Chocron y Fede Hurtado.