nota escrita por Nicolás Andrada.
Tuvo un sueño. La ciudad, de pronto, era un espacio de líneas puras, conectadas entre sí, en donde el hombre se movía libremente. No había obstáculos ni barreras. En el centro, predominaban los rascacielos, y en las afueras, los grandes parques y enormes monoblocks. Todo estaba integrado y tenía una función. La geometría, finalmente, habían triunfado.
La arquitectura, escribió Le Corbusier, es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz. La frase, además de ser hermosa, tiene una resonancia técnica y otra artística. Combina los dos campos. Síntesis perfecta.
Le Corbusier escribió libros sobre la vivienda y la función de la arquitectura. Diseñó ciudades y construyó museos, teatros y edificios en todo el mundo. Sus obras son una bella geometría de hormigón armado y grandes ventanales por donde se filtra generosamente la luz.
Nació en Suiza en 1887. Hijo de relojero suizo y profesora de música, estudió grabado en una escuela de arte. Uno de sus profesores fue el que lo inició en la arquitectura. Su primera casa la construyó a los 17 años. Un debut, digamos, prematuro.
Considerado el padre de la arquitectura moderna, Le Corbusier dejó un extenso legado en el que se incluye sus 5 puntos para una nueva arquitectura. Un decálogo conceptual en el que sugiere renovar los modos de construcción. Por ejemplo: que la vivienda debía estar construida sobre pilotes, para dejar la planta baja libre a la circulación, al auto o al verde. O que la superficie ocupada por la casa debía ser devuelta a la naturaleza, en forma de una terraza jardín. O que las ventanas, si era posible, debían ser alargadas, de pared a pared, para permitir el ingreso de la luz.
17 de sus obras fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Una de ellas está en La Plata, Buenos Aires. La casa Curuchet es una vivienda con rampas y un árbol en el centro, diseñada para un médico y dirigida a la distancia por Le Corbusier. En esa casa se filmó El Hombre de al lado. Dato para los cinéfilos.
Vino a la Argentina en 1929 a brindar una serie de conferencias. De Buenos Aires dijo que era una ciudad que le daba la espalda al rio. Darle la espalda a algo es un gesto peligroso y soberbio.
Alemania, 1911. El futuro padre de la arquitectura moderna, aún lleva el nombre de Charles Edouard Jeanneret. Tiene 23 años y decide emprender un viaje. Un largo recorrido por distintas ciudades de Europa y Asia Menor, en el que visitará lugares como el Partenón y la Mezquita de Estambul. Dos cosas lo cautivarán especialmente: la perfección matemática de los griegos y el fulgor de la luz mediterránea. Esas bases determinarán para siempre su conciencia. Y estarán presentes, de algún modo, en toda su obra futura.
Por ejemplo, en el Modulor. Un sistema de medidas que busca la relación directa y aurea entre las proporciones del hombre y los edificios. Con esta propuesta, Le Corbusier retomaba a los clásicos griegos y su predilección por las dimensiones.
Murió la mañana del 27 de agosto de 1965, cuando su corazón se detuvo súbitamente mientras nadaba en el mar Mediterráneo. Vivió sus últimos días, junto a su mujer, en una choza de 20 metros cuadrados en Cap Martin, al sur de Francia. No tenía cocina y la ducha estaba en el exterior. Le Corbusier solía denominarla como un castillo rebosante de comodidad.