No estuvo muy lejos, siempre está presente de alguna forma en el universo de la moda argentina, pero Jessica Trosman, ya alejada de la marca que lleva su apellido, nos tuvo abandonados. Durante este último año que tuvo a sus prendas distanciadas de los percheros, muchos se preguntaban qué era de ella, algunos no terminaron de entender la ausencia, pero todos la extrañábamos. Fue un año de cambios, de nuevos rumbos, que Jessica aprovechó para reinventarse y volver a volcar en Buenos Aires todo ese talento que la caracteriza.
“Podrán sacarte el nombre, el apellido… pero jamás podrán tener tu alma, tu talento, tu espíritu” la piropeaba nada menos que Pablo Ramirez luego de una majestuosa presentación ayer por la noche en la pasarela del Designers Look Buenos Aires en el Tattersall de Palermo. Y con cuanta razón…
Lo nuevo de JT (así es el nombre oficial de su reluciente marca) evidencia un intenso trabajo por parte de la diseñadora a la hora de darle un giro sintético, renovado y versátil a su firma. Un tanto alejada de los engomados y cortes irregulares de sus últimas colecciones, nos encontramos con una propuesta que, con énfasis en la construcción y evidente inspiración arquitectónica e influencias orientales, plantea un verano dinámico, liviano y chic.
Así es como nos encontramos con una colección ecléctica que combina pantalones de múltiples cortes y formas con tops en los que abundan las transparencias, los drapeados que tanto la caracterizan, pero también una nueva línea de precisa geometría que se vale de la superposición de planos para generar volúmenes que cobran vida propia y generan recorridos dinámicos, especialmente cuando están en movimiento.
Es esta línea la que se recupera y sintetiza en estampas, el blanco y el negro dibujando tramas horizontales, en zig zag y con diferentes grosores y complementándose con paneles de transparencias, fieles tanto al op art como a las tendencias de la temporada.
Son los vestidos el plato fuerte de la nueva colección, que se ciñen al torso y acompañan la figura con una sencillez y belleza insuperables. Cortando el aliento, los géneros caen libres hasta el suelo, donde se agrupan a los pies como delicados estanques de seda.
La paleta es igualmente sutil, con el blanco y el negro como protagonistas y complementada con toques de azul, beige, lavanda y destellos de naranja. Los géneros son palabras mayores, yendo desde frescos algodones hasta suculentas sedas que la misma Jessica, acompañada por Pablo Sandrigo, estampa a mano y trata artesanalmente en el nuevo laboratorio textil de la marca.
El resultado es una colección maravillosa, una propuesta que dejará contentos desde a los acérrimos seguidores de la diseñadora hasta a los potenciales nuevos compradores que busquen una propuesta diferente, con mucho de LO nuevo. Mucho para ella pero también un poco para todos los que dudaron de si todavía quedaba algo de ese espíritu libre, batallador y creativo que caracteriza a Jessica. Ya lo dice la frase: vuelve, todo vuelve.