Jan de Roos es un fotógrafo belga que pasó un año explorando la Patagonia, argentina y chilena, como un verdadero local. Desde quedarse en sillones en casas ajenas a pasear por lugares remotos a horas de la civilización en un clima hostil, todo fue documentado y hoy tenemos la suerte de poder mostrarlo en una serie de fotos que nos dejan sin aliento, y con muchas ganas de armar una mochila y salir para el sur. Charlamos con Jan y repasamos su viaje en 5 preguntas.
Contanos un poco acerca de vos… de dónde venís, qué haces y cuándo arrancaste a tomar fotógrafías?
Me llamo Jan, tengo 31 años y en este momento vivo en Gent, Bélgica. Hace un tiempo renuncié a mi trabajo en una clínica psiquiátrica y estoy arrancando mi carrera como fotógrafo freelance, trabajando en un libro y una exhibición sobre el viaje que hice a la Patagonia.
Empecé a sacar fotos en el 2008 cuando me fui a estudiar a Helsinki, Finlandia. Nunca me había interesado sacar fotos, asi que ni siquiera tenía una cámara, tuve que pedirle a mi mamá que me prestara una muy chiquita y básica que tenía. Durante esa época empecé a tomar cada vez más fotos y a apasionarme por la fotografía, fue el mismo año que me tocó viajar a Australia. Que se convirtiera en mi trabajo nunca fue realmente mi objetivo, fue algo que se dió naturalmente, mi foco principal siempre estuvo en el amor por viajar.
Qué te hizo elegir viajar a la Patagonia y cómo planeaste tu itinerario?
Una vez que llegué a casa después de estar 6 meses en Australia, empecé a hacer todo lo necesario para asentarme. Pero no pasó mucho y me volvió a agarrar la inquietud por viajar durante bastante tiempo, como en las experiencias en Austrlia y Finlandia, que fueron increíbles. En ese momento vi un documental llamado “180° South”, que sigue al escritor y fotógrafo Jeff Johnson siguiendo los pasos de la travesía épica de Yvon Chouinard y Doug Tompkins en 1968 por la Patagonia. Nunca antes había visto imágenes del paisaje y su “naturaleza salvaje”… me dejaron sin aliento. Así que con un amigo decidimos viajar a Chile y pasear por el sur, donde nos quedamos cerca de 5 meses.
Volví, pasaron 3 años y no podía sacarme de la cabeza las ganas de volver. La Patagonia, no solo el paisaje sino la gente y su cultura, habían dejado una marca indeleble en mi vida. Así fue como en septiembre del 2014 emprendí la vuelta, esta vez para quedarme durante más tiempo y pensando en hacer un proyecto de fotografía sobre el viaje. Volví a los lugares que ya había visitado la primera vez, y exploré otros que no conocía. Sabía que quería pasar todo mi tiempo con gente local, pero mas allá de eso y de que quería volver, no tenía un gran plan armado.
Qué esperabas encontrarte y qué te sorprendió en el viaje?
Lo que más tenía ganas de hacer cuando llegara era caminar y ir de excursión por las montañas. Bélgica, de donde vengo, es casi completamente plana, además de ser una de las áreas más populadas en Europa, por lo que es muy difícil encontrar lugares intactos y silenciosos. Lo que más me sorprendió fue la cantidad de veces que finalmente experimenté esta soledad que tanto buscaba. En Tierra del Fuego, haciendo rafting en el Rio Baker, en la pampa Argentina o cuando pasé en barco por los fiordos chilenos. De repente me encontraba con una casa en el medio de la nada, una caleta o una estancia. A horas de la civilización, ver como la gente logra sobrevivir en condiciones climáticas tan extremas es impresionante.
Alguna anécdota especial que quieras compartir?
Miles, pero hay una que elijo siempre de mi primer viaje. Era nochebuena y con mi amigo estábamos acampando en una playita cerca de Puerto Cisnes. Teníamos la idea de pasar la noche solos, con un fogoncito y algo de comida cuando se nos acercó una familia y nos invitó a comer un asado en su casa. En ese momento mi nivel de entendimiento del idioma era casi cero, pero a través de gestos y frases cortas nos hicimos entender, y la pasamos increíble. A la medianoche fuimos a visitar a los abuelos a su casa, empezaron a cantar y a tocar la guitarra, y después de eso la hija nos llevó a un bar con gente local. Nos quedamos bailando hasta que salió el sol. Para esos momentos es que uno viaja, estar a 1500 kilómetros de distancia de casa pero ser bienvenidos como parte de la familia es una experiencia inolvidable. Sin lugar a dudas, la mejor Navidad de mi vida.
Qué impresión te dejó la Patagonia?
Tuve la suerte de conocer y pasar tiempo con muchísima gente diferente. Haciendo couchsurfing conocí a mucha gente joven que vive en las ciudades más grandes, como Río Gallegos, y podía salir con ellos a tomar una cerveza como con mis amigos en casa. También me quedé en campos y pequeñas aldeas donde tuve la oportunidad de conocer a verdaderos gauchos y que me mostraron la forma en la que viven en la región. Me levantaba a las 6 de la mañana, tomaba mate y salía todo el día a ayudar con los animales, ¡hasta aprendí a andar a caballo!
Es muy difícil generalizar sobre la gente en la patagonia porque hay una mezcla importante, tenés una parte de la sociedad que se está modernizando muy rápido, y otras comunidades más aisladas que tienen un estilo de vida más chapado a la antigua. Lo que sí puedo decir es que son gente honesta, muy trabajadora y hospitalaria. Se que el día que decida volver, la hornalla va a estar caliente y me van a estar esperando con un buen mate… y creo que eso dice un montón!