Autodidacta, lanzada, apasionada por el arte. Camila Vilar es una ilustradora que ama la naturaleza y se inspira en ella para inyectar vida en sus dibujos. Empezó a dibujar a través de la actuación hace 3 años, cuando tuvo que audicionar para una obra que requería un papel como artista, y en vez de quedarse con el rol se quedó con el lápiz y el papel. Acaba de volver a Buenos Aires después de un año en New York, y tiene mucho para mostrar.
¿Cómo definirías tu estilo?
Creo que en mis dibujos tomo elementos de la naturaleza y los dibujo con un estilo que se podría decir que es realista, pero después los mezclo o superpongo de una forma en la que se crean paisajes que no siempre existen, o no respetan las escalas o la perspectiva. Me gusta crear historias que sólo existen en la imaginación.
¿Qué te quedó de tu experiencia luego de haber vivido y trabajado en New York?
Me terminó de encarrilar, me terminó de mostrar que mi camino tenía que ver con el dibujo. Si bien yo venía dibujando un montón, ahí se terminó de definir la ilustración como forma de ganarme la vida. Por ejemplo, La primera vez fuí a Nueva York sólo por tres meses a hacer un workshop de actuación. Pero a la primer semana de estar ahí se me ocurrió ir a Bedford street, una calle muy turística en Brooklyn y poner mis dibujos a ver que pasaba. No tenía nada así que los pegué en la pared de la calle con cinta. No estuve mucho tiempo pero apareció un señor que me dijo que le gustaban mucho, que el era escritor y me propuso hacer las ilustraciones para su libro para chicos. Así que a la primer semana de estar ahí ya estaba haciendo las ilustraciones para un libro infantil.
Nueva York también me enseñó que no hay separación en el arte, que la música, el teatro, la escritura, el arte visual, la danza.. todo salen del mismo lugar, desde la observación y el trabajo de la sensibilidad. Me relajó un montón no pensar todo por separado.
Tus trabajos tienen una sensibilidad especial con lo natural. ¿Qué te inspira a la hora de dibujar?
Es mas intuitivo, pero supongo que tiene que ver con dibujar la parte que a mi me parece bella del mundo. O de dibujar paisajes que me transmitan calma. Yo crecí en el sur pero después siempre viví en grandes ciudades, así que se podría decir que empecé a dibujar paisajes que me alejen del caos, del ruido y la contaminación de la ciudad y me conecten con un lugar mas inocente u armónico. Me gusta crear lugares en donde el ojo se pueda relajar y encontrar paz.
Últimamente venís experimentando con nuevos soportes, como lámparas o vidrieras. ¿Cómo terminaste eligiéndolos y con que desafíos te encontraste al empezar a usarlos?
Lo de experimentar con nuevos soportes surgió medio al azar y otro por necesidad. Una vez en Buenos Aires una artista amiga de mi mamá se olvidó un marcador que dibuja sobre vidrio en la casa de ella. Yo me lo llevé y empecé a dibujar todos los vidrios de mi casa, desde los espejos, las ventanas y una lámpara que tenía en la mesita de luz. Después venían mis amigos a mi casa y me pedían que por favor les haga dibujos también en sus lámparas o sus ventanas. Es algo que disfruto mucho hacer y así empecé. Después me de viaje e impulsé eso desde la necesidad, encontré que era una buena forma de poner mis dibujos en el mercado. Le mostré mis lámparas dibujadas a un local, les gustaron y las empezaron a vender muy bien. Y lo mismo con las vidrieras. Dibujar vidrieras es algo que me encanta hacer, disfruto mucho haciéndolas y además me gusta mucho que después la gente interactúe con los dibujos y se saquen fotos.
#MeGusta…
Me inspira mucho el street art, los artistas jóvenes como Shantell Martin, una ilustradora de Brooklyn que se llama Leah Goren, Sofía Wiñazky de Argentina. Siempre estoy escuchando música nueva, me gustan mucho los músicos de mi generación, por ejemplo ahora estoy escuchando mucho el disco de una amiga que se llama Sol Liebeskind. En NY me empezó a gustar mucho el Jazz también, sobre todo la música de Billie Holiday.