Era el verano de 1946 cuando un joven y ya enigmático J. D. Salinger se acercó a otro escritor cuya carrera también había sido moldeada por la guerra.
La carta, parte de la colección de Ernest Hemingway (Biblioteca JFK), ofrece una visión distinta de Salinger, autor que por ese entonces servía al ejército, y que todavía no había escrito su obra más conocida, The Catcher in the Rye (1951). Holden Caulfield, personaje con el que el autor se compara en la carta, ya había aparecido en sus primeros relatos.
Era 1946, y el autor ya decía respecto a the catcher… “tengo en mi mente una novela muy sensitiva”. Escribiendo desde un hospital de Núremberg, Alemania, Salinger afirma que no hay nada malo en él excepto “un estado de casi constante desaliento”, y que su propósito era “hablar con alguien sano”.
Querido Papa,
Estoy escribiendo desde el Hospital General en Núremberg. Hay una notable ausencia de Catherine Barclay*, es todo lo que tengo para decir. Espero poder salir mañana o pasado. Nada estaba mal conmigo excepto que he estado en un casi constante desaliento y pensé que sería bueno hablar con alguien cuerdo. Me preguntaron sobre mi vida sexual (que no podría ser más normal – ¡Dios mío!) y sobre mi infancia (Normal. Mi madre me llevó a la escuela hasta los veinticuatro años, pero tú conoces las calles de Nueva York), y finalmente me preguntaron cuánto me gustaba el Ejército. Siempre me ha gustado el Ejército.
Conocí a Lester Hemingway antes de que la Cuarta División volviera a los Estados Unidos. Pasó por nuestra casa en Weissenburg y tomó una copa y charló conmigo. Es un buen hombre.
Quedan por hacerse muy pocos arrestos en nuestra sección. Ahora estamos recogiendo a niños menores de diez años si sus actitudes resultan arrogantes. Tengo que poner a esos soldados en el Ejército, tengo que engordar el Informe.
El Capitán Ollie Appleton, ex comandante del Destacamento, recibió una descarga a través de la Cruz Roja, y regresó a los Estados Unidos en una lluvia de Estrellas de Bronce. Por el amor de los viejos tiempos repasó las fotografías de su propiedad en Scarsdale antes de marcharse. Fue un maldito momento conmovedor para la mayoría de nosotros.
¿Cómo viene tu novela? Espero que estés trabajando duro. No la vendas al cine. Eres un hombre rico. Como presidente de tus muchos clubes de fans, sé que hablo por todos los miembros cuando digo Abajo con Gary Cooper. ¿Realmente estás trabajando en una nueva novela, cierto? Entiendo que los coches en Cuba no son seguros.
He pedido a CIC (Destacamento) que me envíe a Viena, pero hasta ahora no hay noticias. Estuve allí por casi un año en 1973 y quiero poner mis patines de hielo de nuevo en los pies de alguna chica vienesa. Eso no es mucho pedirle al Ejército.
He escrito un par de mis historias incestuosas, y varios poemas, y parte de una obra de teatro. Si alguna vez salgo del Ejército, podría terminar la obra e invitar a Margaret O´Brien a actuar en ella conmigo. Con un corte de pelo, y unos hoyuelos Max Factor sobre mi ombligo, podría interpretar a Holden Caulfield yo mismo. Una vez hice una actuación muy sensitiva como Raleigh en “Journey´s End”. Muy sensitiva.
Daría mi brazo derecho por salir del Ejército, pero no con un boleto psiquiátrico de vida que diga “este-hombre-no-es-apto-para-el-Ejército”. Tengo en mi mente una novela muy sensitiva, y no dejaré que el autor sea considerado un idiota en 1950. Soy un idiota, pero no debe saberlo la gente equivocada.
Me gustaría que me dejes una línea si eres capaz de hacerlo. Estando fuera del escenario, ¿es mucho más fácil pensar con claridad? Es decir, con tu trabajo.
Espero estar cerca la próxima vez que vengas a Nueva York y que tengas un tiempo para verme. Las conversaciones que tuve aquí contigo fueron los únicos minutos esperanzadores de todo el asunto.
Sinceramente,
Jerry Salinger.
Posdata: Si hay algo que pueda hacer por vos desde aquí, cualquier mensaje que pueda darle alguien, yo estaría encantado.
Mi proyecto del libro de historias se derrumbó. Lo que es algo realmente bueno, y no agrias uvas. Todavía estoy atado de mentiras y afectaciones, y el ver mi nombre en una sobrecubierta pospondría cualquier mejora durante algunos años.
Edmund Wilson publicó una especie de libro de recuerdos de F. Scott Fitzgerald (una idea sucia), llamándolo “Crack Up”. Malcom Cowley lo reseñó para el New Yorker, o bien reseñó al propio Fitzgerald a la maldita superior manera con la que los críticos escriben sobre los hombres muertos. Es tan fácil escribir una “buena” reseña de Fitzgerald. Todas sus deficiencias sobresalen de forma tan obvia que hasta el mismo Fitzgerald las señala. Parece aburrido o crítico lamentar la falta de “desarrollo” de Fitzgerald. Su destreza, o belleza, sólo era aplicable a su debilidad, ¿no crees? No creo, como la crítica considera, que “The Last Tyccon” habría sido su mejor libro.
Él se estaba preparando para arruinarlo. Y se estaba preparando para darle un giro a Gatsby. Está igual de bien que no lo haya terminado.
Lo mejor.
J.
* Catherine Barclay, enfermera inglesa en “A Farewell to Arms”.