Jazmín Chebar, Invierno 2014

 

Es la única marca que logra hacernos desear con fervor que las temperaturas bajen por los suelos. Para este invierno, Jazmín Chebar se reinventa y apuesta a más, con una propuesta que fusiona innovación, tecnología y trabajo artesanal, creando piezas únicas, fuertes en texturas, con un look que imaginamos perfecto para una parisina apasionada por el folk.

La sastrería es, como siempre, superlativa, con pantalones de corte impecable y esos sacos y abrigos que automáticamente se convierten en EL ítem a tener de la temporada. Este año, son volados irregulares, casi como peplum que no quiso terminar de dar la vuelta, encajes y paños estampados, combinados con pelo de conejo y cabra los motivos que los hacen irresistibles, en tonos que van del turquesa al beige.

Hace varias temporadas que, del invierno de Chebar, ojeo dos cosas: los Montgomeries y las bufandas. Este año, los primeros vienen en dos gloriosas propuestas en tonos neutrales con cuellos de piel, y las segundas dejan de lado el tradicional rectángulo de cashmere (o, al menos, no pudimos encontrarlo en el lookbook) para primar por formatos estampados o de zigzagueante lana.

En el resto de las prendas se une una línea más sport, en la que abundan estampas y colores, pedrería y cueros, satén y tops intervenidos con tejidos de punto, ideales para combinar con pantalones de calce perfecto.

Y de postre, los accesorios. Para esta colección, la marca nos trae una cápsula de carteras y zapatos con herrajes únicos pintados a mano por una artista exclusiva de la marca, creando piezas que parten del lujo máximo de la customización. Mocasines, bandoleras, y esos borcegos con piel que declaro míos desde este momento. Un delirio de lindos.

Todo cierra con el video de la campaña producido por los inigualables POGO, al ritmo de Muse y su increíble versión del tema de Nina Simone Feeling Good, con la modelo franco-canadiense Anais Pouliot soñando despierta mientras recorre una mansión vacía en las perfectas creaciones de la marca.

Soñemos entonces. Con carteras pintadas a mano y abrigos que nos acompañen en mil aventuras. Con zapatillas para caminarlas y un invierno que, si viene frío, tanto mejor.

 

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