En un mundo cada vez más globalizado, algunas personas tratan de ser diferentes y distinguirse sobre los demás (normalmente “sobre”, no “de”). Tratamos de encontrar nuestra propia identidad, y también de expresar a través de nuestro estilo lo que somos y lo que podemos llegar a ser. Por eso a veces estamos dispuestos a gastarnos cantidades desmesuradas en una sola prenda muy exclusiva y lujosa que comunique a los demás que podemos permitirnos ser exclusivos, que somos poderosos y que tenemos gustos refinados.
Colecciones como la que lanzó el pasado año Moschino en colaboración con H&M o los nuevos productos de Prada for adidas Limited Edition pretenden acercar momentáneamente estos artículos prohibitivos a la gran mayoría, brindándoles la oportunidad de hacerse con una pieza casi de colección con la que presumir o a partir de la cual “engancharse” a una marca de difícil acceso y precio desproporcionado. Por norma general, las oportunidades de adquirir este tipo de marcas son bastante reducidas, sobre todo en función del lugar donde vivamos. O bien compramos a ciegas a través de la web de la marca u otras que tengan licencia para vender sus productos (no demasiadas), o bien nos sumergimos en las avenidas del lujo, sólo algunas exclusivas zonas en ciudades por todo el mundo como la Rua Oscar Freire en São Paulo o la famosísima Fifth Avenue de New York, donde marcas como Tiffany & Co, Armani o Christian Dior son lo normal.
En realidad, la misma experiencia de pasear por estas calles del mundo (en cualquier continente encontramos alguna de ellas) supone ya un lujo y dejará en nuestra memoria una huella imborrable, tal y como le sucedió a Julia Roberts en Pretty Woman. Es algo que merece la pena hacer al menos una vez en la vida, aunque sin duda alguna será difícil encontrar algo adecuado a nuestros bolsillos. Es por eso que este tipo de compras sólo las realizamos en momentos muy puntuales. ¿Coinciden más con fechas importantes para nosotros o bien con periodos en los que los descuentos consiguen precios más populares? Aunque parezca extraño, las ocasiones son para la mayoría de nosotros mucho más importantes que el total que vayamos a pagar. Así, un aniversario de bodas, una graduación o un ascenso harán que cerremos los ojos al pasar la tarjeta de crédito buscando el regalo (o auto-regalo) más bello y exclusivo.
Aún así, es cierto que las ventas privadas de estas marcas suponen un elevado porcentaje de las ventas anuales de las mismas. Los descuentos y la anticipación son muy atractivos para los compradores, y no sólo por poder adquirir sus codiciadas joyas por un precio inferior, sino nuevamente por la sensación de exclusividad y de pertenencia a un grupo de élite que puede acceder a dichos descuentos y fechas secretas para comprar. Por último, las rebajas de fin de temporada, outlets, Black Friday y mid season también están popularizando la compra de ciertos productos de grandes marcas, nuevamente acercándolas a bolsillos más mundanos, lo que también implica que ya no se tratará de novedades de rabiosa actualidad o de series limitadas, sino de productos igualmente espectaculares pero no las “joyas de La Corona”.
Sin duda alguna, todos deseamos tener uno o varios objetos imposibles de conseguir, como un par de zapatos de Gucci o un traje de Versace, o un bolso de Louis Vuitton, o todos ellos. Soñar es gratis, y ciertamente, son muchos los ganadores de premios de lotería que una de las primeras cosas que hacen es consentirse un capricho de este tipo. Algunos incluso van más allá y participan en subastas de productos de estas marcas que antaño pertenecieran a celebridades como Madonna o la mismísima Marilyn Monroe, auténticos iconos del lujo y del diseño, justo lo que pretendemos ser para los demás.