Como si fueran trazos de un fibrón ancho (y no de los más nuevos, sino esos que ya están bastante gastados), el tatuador alemán Lee Stewart deja su poderosa marca en la piel de sus clientes.
Parece sencillo, pero la técnica para lograr estos resultados, una cruza entre entre acuarela y tinta china, es extremadamente compleja y resulta en trazos texturados.