Un clásico es para toda la vida. Los desafío a pensar en esa prenda favorita que alguna vez los acompañó (o tal vez todavía tienen) en su vida y cuenten cuantas veces la usaron. Cientas. Miles. Es que cuando se encuentra esa alquimia perfecta entre diseño, pasión y un toque de gusto personal nace un eterno favorito, ese que elegimos y volveríamos a elegir siempre para acompañarnos en todas nuestras venturas.
A 30 años de su lanzamiento, Nike vuelve a lanzar las legendarias Air Force 1, esas que creó Bruce Kilgore en la década de los 80 y que se convirtieron en el primer calzado deportivo pensado para el basketball con la icónica tecnología Nike Air. Pero, como suele pasar con las grandes piezas de diseño, las AF1 trascendieron las canchas de parquet y se mudaron a las calles, a las plazas y hasta a los escenarios, convirtiéndose en las favoritas de artistas urbanos, deportistas callejeros y músicos por igual.
Esta vez, las zapatillas se reinventan en las Lunar Force 1, que con un rediseño que incluye el revolucionario sistema Lunarlon para la amortiguación y flexibilidad del calzado, la tecnología Nike Zoom Air-Sole en el talón y sutiles toques como una puntera para suavizar el desgaste, e incluso un botín interno que permite usar las zapatillas sin necesidad de ajustar los cordones se convierten en las zapatillas mas cancheras de la marca de la pipa. Así nos encontramos hoy con sus tres estilos, low, mid-top y high-top en el clásico blanco y feroz negro, y también en versiones loquísimas en un naranja furioso y azul eléctrico que la rompen.
El lanzamiento tuvo lugar en el Palacio Alsina, que se lookeó para la ocasión con pantallas en las que alunizaban las AF1 y culminó con un recital hitero de los IKV, que nos hicieron saltar hasta cualquier hora, sospechamos, para que comprobemos que no hay nada mejor que ir de fiesta en zapatillas. Para caminar por la luna, bailar al ritmo de Ula Ula o pasear con amigos, volvieron las zapatillas lunares y no podemos más de contentos. Un clásico de esos, ideal para nuevos recuerdos.