De seleccionar tracks, realizar listenings y musicalizar bares, fiestas y festivales en Bariloche, Río de Janeiro, San Pablo, Nueva York y Los Ángeles (desde donde se transmite su programa de radio, Atlas), Bárbara Salazar, a.k.a. Barbarelle, nos abrió las puertas de su hogar en Buenos Aires para conocer más sobre su mundo.
Junto a la fotógrafa y directora de arte Bel Mora Leal pasamos un momento distendido entre plantas, instrumentos, su colección discos y la luz de la tarde porteña; mientras charlamos, le preguntamos y nos cuestionamos sobre su carrera, la escena hi-fi argentina y demás temáticas relacionadas a la escucha y el sonido. Este es el resultado de ese encuentro.
¿Quién es Barbarelle?
Un work in progress todo el tiempo. Y que estoy descubriendo todo el tiempo.
¿Qué es Atlas?
Atlas es como un oasis, un espacio. O sea, te lo puedo decir de una forma más, no sé, conceptual, pero al menos como lo que yo siento que es Atlas y después específicamente lo que es.
Y… Vamos con la primera, cómo lo sentís…
Para mí Atlas es ese oasis que necesitaba yo, y aparentemente también otras personas, para conectar con el sonido, con la música. Cómo poder profundizar no solo con el sonido, sino a través del sonido en uno, en lo que te rodea, en el mundo. En lo diferente, lo sorprendente. Y también es un work in progress.
Hablamos de Japón, y cómo el City-Pop y ambient instrumental japonés volvieron a la escena, sumado a su cultura alrededor del hi-fi, ¿encontrás una escena así en Argentina? ¿Hay lugar para los audiófilos o sigue siendo muy de nicho?
Mirá, me acuerdo que hace unos años, la primera vez que fui a Europa, ahí conocí todo lo que tiene que ver con el mundo hi-fi, listening bars, espacios audiófilos y también cómo es su abordaje en la escucha y en ciertos géneros de música.
Eso, a mí, me explotó la cabeza. Entonces cuando vine acá, vine re manija de hacer algo así y empecé a investigar lugares donde tuvieran equipos de sonido con un sistema de sonido o sound system de alta fidelidad y no conseguí, no conseguía.
Después conocí, a fines del 2018 y principios del 2019, una especie de espacio de jazz inspirado en lugares de Japón en el subsuelo de Falena, una librería en Colegiales. Ahora ya no funciona más, pero en su momento hice escuchas de jazz mensuales (porque ahí era lo único que se escuchaba). Ese fue el único lugar del estilo que conocí en Argentina.
Obviamente que tenés a los aficionados que en su casa tienen un sistema de sonido hi-fi, pero ese mundo más como sucede en Japón o Europa y ahora en otras partes del mundo, donde la gente habla bajito o está en silencio todavía no lo encontré del todo acá, quizás es algo cultural. Igualmente estoy muy contenta porque hace poco mis amigos Angie y Bruno abrieron un bar de escuchas en vinilo acá, Gris Gris, y tiene un muy buen sistema de sonido, una curaduría divina, así que algo está cambiando y creo que es un gran lugar para acercarse a esas experiencias.
¿Cómo definirías lo que hacés y cómo se llega a hacerlo?
Yo me podría definir como selectora, musicalizadora, curadora musical y, por momentos, DJ.
El concepto de DJ a veces me cuesta un poco, no porque tenga algo con esa profesión, justamente es lo que me permitió estar hoy acá. Quizás es por el imaginario tradicional de lo que uno se imagina en el DJ. Hoy siento que mi búsqueda va por otro lado, por otros espacios no tan tradicionales al DJ, que está más abocado a la pista. Si bien nunca fue mi ideal y mi zanahoria digamos, siempre me sentí mucho más cómoda en espacios que se enfocaran más en la escucha. Me he divertido muchísimo y me encanta, me parece súper importante y liberadora la pista y lo que genera, pero hoy me siento más representada por otro tipo de búsqueda, otras experiencias.
Y llegué hasta acá y sigo caminando a este ritmo progresivo, el work in progress, con mucha curiosidad y ganas. Cuando tenía 19, 20 años ya estaba pasando música con un amigo en fiestas de otros amigos o haciendo playlists para los locales que tenían. Yo estudiaba moda en ese momento y estaba jugando, pero siempre fui la melómana del grupo, la que estaba ahí siempre con la música. De repente mi vida se iba por otros lugares a niveles laborales pero yo quería hacer algo con la música, era todo lo que hacía. Y así fue un poco de caradura y un poco por el deseo y la curiosidad que empecé a escribirle a personas y decirles quiero “trabajar acá”. Cuando empecé a pasar música con vinilos creo que ni siquiera tenía una bandeja ni muchos discos, es más: nunca había practicado. A eso me refiero con caradura. Poner el cuerpo, por más que te sientas insegura y hacerlo. Y así los caminos se fueron abriendo.
Trabajé con SRZ un tiempo y aprendí un montón. En paralelo también colaboraba con una radio, hacía bookings… Después fui dejando algunas cosas para enfocar en lo que yo más quería hacer o con lo cual me sentía más conectada para meter mi tiempo y energía. Así nació Atlas, que al principio fue una sesión de escucha, y algunos meses después me proponen hacer el programa de radio en Dublab. Yo ya venía con mucha data de estas radios de afuera, las venía escuchando hace tiempo y había tocado en una en Nueva York. Y, de repente, empezaron a surgir oportunidades y hoy siento que estoy haciendo lo que tanto quería y que se puede ir abriendo más. Obviamente en lo económico y laboral todavía sigo dependiendo de algunas otras cosas que no tienen tanto que ver con mis deseos, pero me ayudan a seguir invirtiendo en mis lances, como decir “me voy a Bariloche un mes y grabo una sesión”. Eso me lo banco yo sola. Y siento que esas cosas como decir “bueno, pongo el cuerpo acá” abren y hacen que de repente se empiece a mover, que vengan nuevas oportunidades y que haya más gente que empiece a resonar con lo que hago.
¿Cómo se gesta una sesión o session experimental?
Depende del contexto y de lo que me guste en ese momento. Es muy intuitivo. Me estoy enfocando más en esto desde un lugar donde yo tenga libertad de elegir y no la obligación de ir a ciertos géneros o de entretenimiento, que me ha pasado en ciertos lugares. Entiendo igual que el rol del DJ tiene que ver con saber conectar con el público y poder leerlo, pero a mí me gusta más poder dar una experiencia, una propuesta, un relato. Por ejemplo, cuando estuve en Bariloche, entre montañas, pasé desde música clásica a ambient, lo que me inspiraba el contexto y lo que yo quería que la gente pudiera vivir en ese momento.
¿Cuál es la importancia de los demás sentidos alrededor de la música y/o el descubrimiento de sonidos?
Con respecto a los sentidos, creo que obviamente la escucha es el principal sentido o estímulo, valga la redundancia. Pero siento que la música es algo tan intangible en cierto punto que te conecta con un montón de cosas de los sentidos, del tacto, de la piel, de mover el cuerpo. Si estoy en el medio de la montaña viendo un paisaje espectacular, obviamente la música va a entrar también, va a conectarse con lo que me está rodeando. Te puede llevar a un aroma y a un color, a una memoria.
Mismo los recuerdos o sentimientos, ¿es posible transferir esas sensaciones a quienes no hayan vivido la misma experiencia?
Puede ser, para mí es súper importante porque abordo las cosas que hago desde ahí, desde un sentimiento o emoción propia, aunque creo que igual todos lo hacemos, ¿no? Y eso traspasa, porque en definitiva lo que hacemos siempre tiene una intención, una vibración y eso llega a las personas. Yo siempre trato de huir de la superficialidad, porque lo que yo siento con la música es muy profundo y me toca lugares tan adentro. Me ha ayudado en momentos tristes y difíciles y me acompañó en momentos muy felices. La vida misma. Siento que siempre está cargado de alguna emoción.
Me acuerdo que alguien me dijo una vez “es muy impresionante lo que transmitís, ¿cómo hacés mixes que transmitan tanta emoción?” y no siento que lo haga adrede, porque si a mí una canción me hace emocionar yo la quiero compartir con otra persona, y eso llega. A la música la siento muy en el cuerpo, genera muchas sensaciones. Espero no llevarlo a emociones negativas pero también esas son parte de la vida. Otra vez una chica me dijo “esta canción que pusiste en tu programa de radio me hizo llorar porque me hizo acordar a mi abuelo, era su canción preferida” y eso me parece hermoso también.
¿Cómo es tu proceso para descubrir nueva música? ¿En qué momento considerás que un track merece guardarse, pasar a la biblioteca o incluso considerarlo para una sesión o selección?
Depende mucho del formato, si es físico o más analógico o digital. Me pasa que hay discos que quizás estaba buscando porque ya los había descubierto en forma digital y quiero que pasen a mi colección. Pero después hay otros que, pienso y me parece súper rico esto, de vivir y buscar música y todo eso que se refiera al digging que lo llevo a un lugar súper intuitivo. La primera vez que fui a Brasil quería llevarme todo, pero ahora vuelvo a ir y no, paro y pienso “quiero este tipo de sonido”. De repente quiero descubrir más cosas de guitarra, entonces es ver las tapas, qué instrumentación hay, cuáles músicos, etc. Eso es un poco cómo me dejo llevar para encontrar los discos.
En cuanto a lo digital, no sé si estoy escuchando todo el tiempo, o sea, me quedaría bien decir que sí y es algo que hago a diario pero es lo hago cuando más lo siento. Todos los días estoy descubriendo algo nuevo, casi por accidente o por algún disco que alguien comparte en Instagram. Una disquería que sigo de Canadá sube algo, me dan ganas de escucharlo porque veo algo que salió en BandCamp y lo quiero escuchar, etc. Hay momentos, quizás cuando armo el programa o un set, o cuando tengo días que digo este es el momento de digging digital, en que me meto y me pongo a bucear y empiezo a escuchar cosas nuevas o lanzamientos de sellos que sigo y encuentro. Así me voy guardando cositas y después veo si lo uso o no, si lo escucho. Pero eso es más o menos el proceso, intuitivo.
Tampoco forzarlo, no generar un efecto contrario…
Exacto. No quiero que me genere un peso, es un laburo, claro, pero quiero divertirme con lo que hago, disfrutar. Quizás la parte digital a veces es un poco abrumadora, pero por otro lado, de repente me encuentro investigando un sello ambient y me pongo a escuchar todo lo que tiene su catálogo y descubro cosas increíbles.
¿Un nuevo artista o género que te haya llamado la atención?
No sé si es nuevo pero estoy muy atenta a lo que saca Leaving Records, un sello de Los Ángeles que me gusta mucho. Ahora justo sacaron unos tracks de Francesca Heart, una italiana que me encanta lo que hace, resueno mucho con su forma de abordar la música, además ella baila y está muy conectada con un mundo más holístico, básicamente las tres cosas que me mueven mucho.
Después un disco que me compré hace poco, en realidad el año pasado, y lo vengo recomendando es de Argentina y se llama “Inspiración”. Es de Ara Tokatlián, que era uno de los Arco Iris, con Enrique “Mono” Villegas, un pianista. Hicieron un disco súper spiritual jazz y siempre se lo recomiendo a la gente.
Sobre hacer tu propia música, has dicho que “la búsqueda y las ganas están, pero hay algo que tengo que destrabar”. ¿Creés haber avanzado en este aspecto?
¿Hacer música? Sí, estuve grabando. Cuando me fui a Bariloche, un poco mi objetivo también ahí era ver si podía reconectar en ese lugar con algo mío que me permita liberar un poco. Ya había estado grabando algunas cosas antes acá, en casa, a modo autodidacta, y un amigo me prestó un sintetizador muy chiquitito que se llama OP1 y me ayudó mucho porque siento que, lo que tiene esto de hacer música, es que es mi lugar más vulnerable. Me pasaba que me abrumaba con la cantidad de sonidos y posibilidades. Y lo que hizo ese objeto fue que, si bien tiene millones de combinaciones posibles, me ayudó al reducirme a ciertos sonidos y grabar como si fuera un four track, brindándome la posibilidad de jugar y entrar desde un lado más lúdico, dejando de lado exigencias propias. En Bariloche me puse a hacer un montón de grabaciones de campo y cuando volví me encerré un fin de semana y empecé. Estuve grabando algunas cosas, y secretamente las estuve pasando en sets. Hoy sigo en esa, jugando sin mucho peso, sin pensar en “voy a hacer un disco” pero sí reconectando. Me gusta, y quiero seguir así.
Siguiente pregunta cliché: ¿cuál es la próxima frontera para Barbarelle? ¿Y Atlas? Contanos también más de tu viaje que se viene, que entendemos tiene que ver.
Lo que se viene es… No lo sé. Vamos a ver lo que se viene. Todavía no sé si contar mucho, porque si bien tengo algunas posibilidades de fechas allá, todavía quiero que sucedan. Pero sí, para mí lo más enriquecedor, o al menos a mí lo que me mueve completamente, es viajar. Me genera de todo, no solo un crecimiento personal, sino que voy a buscar discos, conocer gente, escuchar música y compartir lo que hago. Por ahora me voy a ir un tiempo a Estados Unidos, a Los Ángeles y Nueva York, y veremos si suceden más cosas. Tengo muchas ganas de ir a compartir y promocionar un compilado que hice junto a Alejandro Cohen de Dublab y recién salió, “Viento Sur” y ver que sucede por allá, que hay una escena que me gusta mucho y con la que quiero conectar más face to face, no tanto virtual, conocer, escuchar.
Y, ¿hacia dónde apunto con Atlas? Me gustaría seguir expandiendo estas sesiones de escucha. ¿Y yo Barbarelle? Seguir viendo qué oportunidades, qué pasa con lo que hago, seguir y proseguir investigando y compartiendo.
Volviendo a cómo te identificás o considerás una musicalizadora, ¿podríamos considerarte como una artista hi-fi?
No sé, es un montón, eso lo dejo a tu criterio (ríe).
Por acá diríamos que sí, ¿no? Estás en ese proyecto y no necesariamente hacer la música en sí te cataloga como artista…
Sí, puede ser.
¿Alguna recomendación para quienes quieran seguir tus pasos o dedicarse a musicalizar/seleccionar?
Mandarse, mandarse, mandarse. Empezar a pasar música. Primero con una compu, después con algún controlador chiquito. Hay muchos espacios para empezar. Yo pasé por todos los bares y venues de acá. Es meterse y empezar a confiar en uno. Después ir aprendiendo más lo técnico pero se hace poniendo el cuerpo. Hay lugares donde podés alquilar una cabina y practicar con unas CDJs o un mixer. Pero es eso, más que nada es confiar en lo que uno tiene para compartir, más allá del deseo y el amor por la música, poner el cuerpo.
¿Algo más que quieras contar a quiénes te van a leer? Lo que sientas 🙂
Bueno, ahora estoy muy contenta porque justo ayer se publicó algo en lo que trabajé, el soundtrack de la muestra de Alexander McQueen en el LACMA y eso fue súper sorprendente y genial poder haberlo hecho. Me abrió un nuevo mundo de esto, lo que es ser musicalizadora, que de repente te encuentra en un museo musicalizando una muestra. Además, se conecta mucho con mi pasado porque yo estudié Diseño de Indumentaria, aunque mi camino me llevó a otro lugar. De repente estas cosas que me están pasando generan un momento muy hermoso y muy inspirador para seguir. Como que para esto lo hago, ¿no? Okay. Bueno, vale la pena, o mejor dicho, vale el tiempo y me motiva a decir “le escribo a esta persona” o me mando porque una nunca sabe hacia dónde te llevan caminos nuevos.
Hermoso, gracias.
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Agradecimiento especial a @barbarelle_s
Fotografía: @mrslbela
Texto: @franoseano