Nota y fotos por Camila Fuster y Mariano Bourguet de Trayectorias en Viaje
—————————————-
No hay dudas de que Valparaíso es una de las ciudades representativas de la expresión artística callejera de América Latina. Bohemia y porteña. Por algo, en 2012 fue sede del Primer Festival Latinoamericano de Graffiti-muralista en el Cerro Polanco. A lo largo del circuito, nos encontramos con murales de artistas de Chile, Perú, Argentina, Brasil, Colombia y México.
Otro punto destacable es el Museo a Cielo Abierto ubicado en el Cerro Bellavista. Allí, desde 1992 se exhiben murales -de esos gigantescos- de artistas chilenos.
Pero más allá de estos circuitos predefinidos, Valparaíso sorprende en casa esquina, pasaje y callejón con su diversidad de street art. En todos los cerros, los murales son protagonistas de los recorridos a pie por los balcones y miradores de la ciudad. Incluso, los tan de moda “tour 4 tips” tienen sus recorridos exclusivos para mostrar las zonas que condensan arte callejero.
La famosa subida Templeman con sus escaleras de colores y la frase We are not hippies, we are happies es un símbolo del Cerro Alegre. Desde los miradores del Cerro Concepción, el Océano Pacífico pierde protagonismo ante la diversidad de colores que visten los edificios.
A diferencias de las grandes ciudades donde el arte callejero está asociado a una actividad clandestina como los grafiteros que escapan a la ley, en Valparaíso los muralistas y grafiteros trabajan a la luz del día y a la vista de los vecinos. Hay un acuerdo tácito.
La bohemia característica de Valparaíso es el resultado de la conjunción de las artes tradicionales y de las alternativas: las librerías y galerías junto murales y graffitis y talleres independientes. En Valparaíso se respira creatividad y expresión.
Las intervenciones están en todos lados y combinan con las calles de por sí coloridas por las típicas casonas porteñas: en paredes y puertas, en el piso y en las alturas, en las escaleras y en los techos. Todo es una potencial superficie a la expresión.